La visión en túnel puede volvernos ciegos a una parte de la realidad, literalmente. Este fenómeno se produce fundamentalmente cuando estamos altamente estresados y nos enfrentamos a un peligro. Entonces nuestro pensamiento crítico se reduce y tomamos decisiones impulsivas que podrían no ser las más adecuadas.

¿Qué es la visión en túnel en Psicología?

Cuando conducimos demasiado rápido, nuestra visión se estrecha, de manera que somos incapaces de ver lo que sucede en nuestro entorno más amplio. Se estima que a 130 km/h, nuestro ángulo de visión es de apenas unos 30 grados, de manera que solo podemos ver de forma nítida lo que tenemos delante. Lo que hay a los lados se difumina hasta prácticamente desaparecer.
Obviamente, cuanto más aumente la velocidad, más se estrechará nuestro campo visual. Es como si de repente el mundo a nuestro alrededor dejara de existir. Sin embargo, ese efecto túnel no se produce únicamente cuando conducimos a cierta velocidad. También podemos sufrir visión en túnel por ansiedad y estrés.
De hecho, la definición de visión en túnel indica un campo de visión restringido en el que mantenemos la visión central, pero perdemos casi por completo la visión periférica. Podemos ver bien en línea recta pero la visión hacia ambos lados es muy limitada. Este fenómeno, que también se define como “campo tubular”, es como ver a través de un tubo que nos cubre los ojos.

El efecto túnel afecta nuestra percepción de manera global

La visión en túnel puede deberse al estrés y la ansiedad. En ese caso se hace referencia a un estrechamiento atencional y no suele limitarse solo a nuestro campo visual. En práctica, vemos menos no porque tengamos algún problema visual sino porque nuestra atención se restringe.
De hecho, el efecto túnel no afecta únicamente la vista sino también nuestra audición. No solo dejamos de ver algunos estímulos sino también de escucharlos. Dejamos de prestarles atención porque no nos resultan relevantes en ese momento.
En este sentido, un experimento realizado en la Universidad Johns Hopkins reveló que cuando sufrimos visión en túnel, también disminuye nuestra capacidad para escuchar. Es decir, la visión en túnel conduce a una disminución de la audición, es como si al enfocar nuestra vista en algo, nuestra corteza de audio también bajara su volumen.
De la misma manera, cuando estos investigadores provocaron audición en túnel, constataron que también disminuía el rendimiento del centro de control visual. Estos resultados les llevaron a concluir que existe un efecto túnel que afecta a nuestros sentidos y capacidad perceptual de manera integral.
En algunos casos, cuando el estrés es lo suficientemente severo, los receptores auditivos en el cerebro pueden apagarse por completo. La neurociencia tiene un término para eso. Se llama exclusión auditiva.

La visión en túnel por estrés y ansiedad

La visión del túnel por ansiedad y estrés puede ser el resultado de la combinación de una descarga de adrenalina inducida por el miedo que ha generado una amenaza específica y peligrosa.
Cuando estamos sometidos a una situación particularmente amenazante en nuestro cuerpo ocurre una serie de cambios a nivel fisiológico que nos preparan para afrontar ese peligro. Esos cambios, sin embargo, hacen que centremos nuestra atención en el peligro, aguzando nuestros sentidos en esa dirección y difuminando el resto, para que no nos desconcentre.
Cuando nuestro cerebro emocional detecta una amenaza ajusta rápidamente el foco visual de nuestros ojos sobre el peligro, lo cual genera ese efecto túnel. Las pupilas se dilatan debido al efecto de la adrenalina que, disparada por las glándulas suprarrenales, invade el torrente sanguíneo.
En ese preciso momento, entra una gran cantidad de luz al ojo sin que este tenga tiempo para adaptarse. Ese incremento de luz afecta la capacidad para observar lo que ocurre periféricamente, generando la denominada visión de túnel. En práctica, respondemos como si una cámara eliminase de su objetivo todo aquello que le resulte irrelevante para centrar el foco de atención en el elemento que suponga una amenaza.
De hecho, en el vídeo que aparece a continuación se puede apreciar la visión en túnel por estrés. Al final del mismo, en dos ocasiones se puede ver cómo uno de los ladrones cruza dos veces por delante de la mujer que está siendo atacada y ella no lo ve porque está demasiado concentrada en los otros dos atracadores.

¿Cómo desactivar el efecto túnel?

Es probable que la visión en túnel haya ayudado a sobrevivir a nuestros antepasados, pero en la mayoría de las situaciones que vivimos en la actualidad no es beneficioso centrar tanto nuestra atención en un punto que nos olvidamos del entorno.
De hecho, las descargas de adrenalina pueden salvarnos la vida, pero también limitan nuestro pensamiento crítico, nuestros sentidos, las habilidades motoras finas y nos puede llevar a tomar decisiones impulsivas de las que después nos arrepintamos.
El primer paso para desactivar o al menos reducir ese efecto túnel es ser conscientes de su existencia, sobre todo en situaciones de estrés y ansiedad. Por tanto, intentar disminuir el nivel de tensión es esencial para recuperar una atención más amplia.
Los ejercicios de respiración suelen ser muy eficaces para reducir el estrés y recuperar el control. De hecho, sus efectos a nivel fisiológico pueden notarse en apenas 5-8 minutos. Cuando nuestro cerebro está en un estado más relajado, puede dedicar recursos para analizar el medio.
También podemos intentar activar nuestra mente consciente. La visión en túnel se debe en gran medida a que el cerebro emocional ha tomado el mando, por lo que para desbloquear los sentidos a veces basta con obligarnos a escanear el entorno. Debemos preguntarnos con curiosidad, no con miedo: ¿Qué me estoy perdiendo? Eso nos ayudará a ampliar nuestro campo de escaneo atencional.
Bibliografia:
Shomstein, S. & Yantis, S. (2004) Control of Attention Shifts Between Vision and Audition in Human Cortex. J Neurosci; 24(47): 10702-10706.
Dirkin, G. R. (1983) Cognitive Tunneling: Use of Visual Information Under Stress. Percept Mot Skills; 56(1):191-198.
Fuente: rinconpsicologia.com