«Asociar a un empleado es una excelente estrategia de fidelización porque la organización se asegura de que la persona viva la empresa de otra manera, el compromiso del colaborador cambia por completo y asociarlo brinda seguridad para la empresa ya que seguramente esa persona no buscará mejores oportunidades fuera; porque claro, asociarlo es un incentivo para ponerse la camiseta«, dice Sandra Olive, Managing Partner de Backer & Partners.
Empleados y socios
El requisito básico, agrega Olive, es que ese nuevo socio sea una pieza clave para la empresa como lo es Leandro Canabe (50) para Café Martínez donde trabaja hace 15 años; primero como gerente de Desarrollo, después como Gerente General y desde hace dos año también como el único socio no familiar con una participación del 5% del paquete accionario. «Por supuesto son logros que alcancé con el trabajo conjunto de los colaboradores, pero cuando ingresé a la empresa la cadena Café Martínez tenía 35 locales y este año, cumpliendo los 90 años, superamos las 215 y, cuando asumí la Gerencia General solo trabajaban 7 personas en el área administrativa de la empresa y hoy somos 120. Ahora nuestro objetivo es duplicar el tamaño de la compañía en los próximos 5 años», describe Canabe en comunicación con iProfesional.
La empresa Luz Azul tiene 5 socios: Gabriela Benac, la socia fundadora; Agustina y Camina, dos de sus hijas; y como socios minoritarios, Natalia Meder y José Kolomietz dos de sus mejores empleados.
«El empresario argentino raramente quiere compartir los logros, ¿pero cómo vas entonces pretender que alguien cumpla sus tareas como si fuera dueño de la empresa? Por eso cuando explico la decisión de sumar a Natalia y José a la sociedad yo no hablo de compartir sino de multiplicar; yo los sumé para que me ayuden a hacer crecer la empresa», explica Benac a iProfesional.
Muchas veces, explica Olive, los candidatos a asociar son personas con conocimientos o habilidades que le faltan a la empresa y la estrategia de asociarlos responde a la necesidad de retener ese talento valorado. Benac, lo ejemplifica muy claramente: José Kolomietz es un ex Techint con un nivel de conocimientos extraordinario que como pyme ella no puede pagar por lo tanto, convertirlo en dueño fue la manera de compensarlo.
Con Natalia, dice, fue diferente: «Noté inmediatamente que hacía las tareas como si fuera para la empresa propia y ¿qué mejor que hacerla parte desde los papeles para sostener ese compromiso en el tiempo?», explica Gabriela Benac de Luz Azul.
«Pero es importante saber que aunque se trate de un socio minoritario, además de dividendos, tienen derecho a pedir información financiera y voto (salvo que se le otorguen «acciones preferidas» sin derecho a voto). Es decir, se trata de un jugador más en la dinámica del capital de la empresa con el riesgo de conflictividad que ello implica. Por lo tanto es clave que el empleado que vayamos a reconocer como socio sea elegible y en este sentido la confianza personal resulta indispensable«, advierte Leonardo Glikin, abogado y consultor en Planificación Patrimonial y Sucesoria.
Salvo por las reuniones de directorio, las tareas de Natalia no cambiaron. Sin embargo desde lo subjetivo su posición asegura que es otra «Ser empresario en este momento no es nada fácil, nos pegan de todos lados y yo también siento y tengo la responsabilidad de las 120 familias que conforman Luz Azul; ahora son preocupaciones que forman parte de mi vida», asegura.
Tanto para Canabe como para Meder, su voto vale lo mismo que el de sus socios mayoritarios y aunque dicen que no suele hacer falta porque siempre intentan llegar al consenso, ante un desacuerdo en el directorio, define el voto de los accionistas mayoritarios.
Sueldo y el premio por los resultados
El porcentaje de participación debe demostrar el valor que el trabajador tiene para la empresa. Por lo general suele otorgarse entre el 5 y el 10%, pero avisa Glikin, también tiene que tener valor para el empleado; sino resulta como alguna vez le dijeron equivocadamente «papelitos de colores»: «A la hora de darle acciones a un empleado debemos estar seguros de que el empleado entiende y valora lo que está recibiendo. En una oportunidad, alguien muy indignado me dijo que no necesitaba acciones, que lo que necesitaba era plata para pagar su hipoteca y lo que esta persona no sabía era que esos «papelitos de colores» eran más del doble de lo necesitaba, pero no estaba en condiciones de valorarlo y entregarlas resultó un costo inútil para la empresa», detalla.
Aunque resulte quizás una obviedad, remarca Olive, las acciones no deberían nunca reemplazar el salario y en cuanto a la diferencia de los porcentajes cedidos explica que dependerá del tamaño de la organización.
«Yo siempre trabajé como si la empresa fuera propia y defendiendo el negocio, pero por supuesto que el lugar que me dieron los hermanos Salas Martínez es un incentivo enorme porque uno así va también capitalizando el esfuerzo que le pone día a día al trabajo», afirma Canabe de Café Martínez.
Lo mismo dice Meder de Luz Azul: «Tengo una linda calidad de vida, pude comprar mi casa y gané tranquilidad para el futuro de mi familia porque si bien ahora mis hijos son chiquitos el día de mañana si lo desean podrían también sumarse a trabajar a la empresa», explica.
Eso sí, aclara Benac, una condición tanto para Natalia como para el resto de los socios de Luz Azul, es que los dividendos se retiran solo para uso personal o para reinvertir en la empresa, pero nadie puede armar negocios paralelos con ese dinero. «Yo tengo 4 hijos y sólo dos trabajan en la empresa y tienen participación accionaria, el resto no y tampoco van a heredar. Solamente tienen acciones los que trabajan activamente. Por eso, si algunos de los socios, sea o no familiar, renuncia al trabajo tiene que renunciar también a su paquete accionario», justifica.
Los riesgos para las partes
Para la empresa el principal riesgo, dice Olive, es sumar al socio equivocado. Es como un matrimonio, compara, si se rompe no sólo es doloroso sino que puede tener un impacto negativo en los resultados del negocio. «Hay que tener en cuenta que no se puede desvincular a un socio, para que salga de la empresa hay que recomprar su participación. Aunque, si es empleado y cuenta con un porcentaje suficientemente bajo que permita sacarlo, podría ser desvinculado y seguir siendo accionista»
Para el nuevo socio, dice Olive, el riesgo es que la empresa no cumpla con lo prometido. «Suena raro, pero pasa y mucho. A los empresarios muchas veces les duele tener que pagar los dividendos porque sienten que sale de su bolsillo y no de la organización. Recuerdo un caso puntual de un empleado devenido a socio que me contó que hizo crecer la empresa dos dígitos en un año y cuando le tocó que le liquidaran su porcentaje el dueño de la empresa se rehusó argumentando que era demasiado dinero».
Obviamente este empleado devenido a socio dejó la empresa y muy probablemente ahora está sumando valor a otra o a la propia.
FUENTE: IProfesional