Previo a la entrevista, hay que tener listos tanto el CV en formato papel y digital como la presencia en redes sociales. Esto es, mantener actualizado el perfil en LinkedIn, porque es una de las herramientas más utilizadas por los reclutadores. A esto, se le suma, también, estar presente en las bases de datos de los sitios web especializados en búsquedas. «Es importante saber hacia dónde apuntar. La tendencia es priorizar el proyecto profesional. Entonces, mejor investigar y no inundar el mercado con CVs, sino apuntar», aconseja Francisco Scasserra, director de PageGroup.

trabajo_managemet.jpgEn este contexto competitivo, cada punto que ayude a diferenciarse se torna particularmente sensible. «Más allá del CV, uno debería poder describirse en tres líneas. Hay que dejar de ser un commodity para diferenciarse y eso le puede dar una idea a quien lo lee de con qué tipo de profesional se va a encontrar», dice Miguel Cortina, director de AL Grupo Humano. «Parece simple pero, a veces, la gente va a las entrevistas sin el CV y, aunque esté online o el reclutador lo haya contactado, hay que llevarlo. Es un error que se sigue manteniendo», admite Julieta Rocchietti, gerente de Búsqueda y Selección de la consultora CONA.
Dentro de esta situación, en la que hay que ser formal, «hay que tener la habilidad de mostrarse de la manera más espontánea posible», dice Fernando Moyano, gerente de Capital Humano de Auren. El balance entre improvisación y preparación es difícil, pero clave. «Siempre hay preguntas que se repiten, como la de los puntos a mejorar. Hay que pensarlo y planificarlo», recomienda Clara Martin, consultora de Selección de Ghidini Rodil.
«Hay que tener la mayor cantidad de información posible sobre quién te va a entrevistar y para qué. A veces, uno no sabe exactamente para qué empresa es pero, a partir del aviso o la consultora, se puede preparar. Eso muestra compromiso e interés y optimiza el tiempo», aconseja Silvia Espósito, directora de Selección de CCN Consultores, representantes de Lee Hecht Harrison.
Si bien los consultores admiten que la entrevista laboral es una situación de poder, en la que el reclutador maneja los tiempos, también explican que la situación cambió en los últimos años. «Ahora, son muy participativas. Cada vez más, es el candidato el que elige y pregunta sobre funciones, horario y lugar», dice Rocchietti.
Otro punto: escuchar las preguntas. «Hay que tener escucha activa. A veces estamos tan enfocados en transmitir que no oímos lo que quiere saber el entrevistador», alerta Espósito. Eso facilita la inserción en cualquier equipo. Lo que diferencia a un profesional no es sólo cuánto sabe, sino cómo encaja en la organización.
Giro positivo
Para Haruko Archenti, directora de la consultora Archenti Group, el candidato tiene que enfocarse en sus competencias. «Hay que identificar los proyectos e instancias que hayan sumado competencias útiles. Por ejemplo, la tolerancia a la frustración, el trabajo en equipo, liderazgo. Las acciones son lo que definen a la persona», dice. «En una entrevista, uno tiene que venderse a sí mismo. Hay que ser muy preciso en cuanto a habilidades, competencias, cualidades y valores. De qué manera eso, que es uno, encaja con lo que busca la empresa», complementa Moyano.
Una de las situaciones a manejar es cuando se le pregunta al profesional por sus debilidades. Para Archenti, la mejor manera de capitalizarlo es, enseguida que se plantea la debilidad, explicar qué cosas se están haciendo para modificarla. «Es asociar lo positivo a lo negativo. Hay que pensarlo de antemano para que no tome por sorpresa», recomienda. «Lo mejor es ser lo más sincero posible. No un sincericidio, pero sí, sinceridad, porque vender una imagen, que no es, tiene patas cortas. Se puede, por caso, hablar de áreas de desarrollo más que debilidades», dice Espósito.
Otro consejo: nunca hablar mal de los jefes o empresas donde se trabajó. «Hay que tener la inteligencia de darlo a entender con sutileza, con una metáfora, sin entrar directamente en un aspecto ríspido», aconseja Cortina.
Finalmente, el momento que siempre incomoda al candidato es cuando se le pregunta cuál es la remuneración pretendida. «Lo mejor es dar una banda salarial, no un número fijo. Siempre, atado al desafío y la responsabilidad», dice Espósito. «No te podés quedar en blanco cuando te lo preguntan. Las empresas tienen una grilla salarial y una estructura de compensaciones. Incomoda, pero hay que llevarlo pensado», dispara Cortina.
«El proceso de las entrevistas laborales es desgastante y hay que tomárselo como un entrenamiento. A veces, si no resulta, no tiene que ver con el desempeño de uno, sino con un montón de factores. No hay que frustrarse», cierra Martin.
Nota publicada en el suplemento Management del diario El Cronista del 24 de septiembre de 2014.
Fuente: Apertura.com