Las organizaciones deben gestionar la comunicación interna para mejorar su rendimiento, afirman expertos en Recursos Humanos El diálogo interno optimiza las relaciones entre los integrantes de un equipo de trabajo y facilita la interdependencia.
Los números dominan la economía. Las empresas se mueven al ritmo de los resultados. En el mundo de las organizaciones, las cifras son tan importantes que cerrar el ejercicio con un resultado positivo es la prioridad del sector Finanzas, en general, y de la gerencia, en particular. Pero en los balances hay algo que no suele aparecer y que, en estos tiempos, cobra tanto o más importancia que los números: las palabras. Una buena comunicación interna (con el correcto uso de la palabra) puede significar ganancias en términos de productividad, dice a LA GACETA Manuel Tessi, presidente de Inside, una de las consultoras líderes en la materia.
Por eso el experto sostiene que “las palabras suelen ser activos altamente rentables para la empresa”, porque un buen mensaje contribuye a alcanzar los objetivos de una empresa y, sobre todo, a consolidar el equipo de trabajo. En otras palabras, mejorar el clima laboral, con el fin de gestionar las palabras para mejorar los números de la empresa. “Al momento de ponderar el valor del liderazgo, los empleados ponderan más la habilidad de comunicación de su jefe por encima de cualquier otra cualidad gerencial, asegura el autor del libro “Comunicación Interna en la Práctica”.
El valor de la palabra
La diosa Fides, que traducido directamente al latín significa “fe”, “confianza”, “lealtad”, era en la mitología romana, la diosa de la confianza. Con el culto a esta diosa, representada por una joven mujer, se encarnaba el sentimiento más elevado de los romanos: el respeto a la palabra dada; la diosa personificaba el respeto hacia la palabra, uno de los pilares y fundamento en el orden social y político de aquella época, recuerda José María Blunda, director de la consultora +Personas (www.maspersonasrrhh.com.ar).
“Si miramos a nuestros grupos, organizaciones y comunidades, explica el miembro de la red Inside, podríamos pensar que valores de otras épocas como la confianza o la lealtad, han dejado de ser valiosos en la cultural actual, o por lo menos así lo demuestran muchos de nuestros comportamientos y actitudes”, advierte. “La acumulación de acuerdos producidos mediante el diálogo en una pareja, en un grupo de amigos o entre el jefe y su colaborador, luego se rompen quizás con la sensación de que este quiebre no es vital para la sostenibilidad de los vínculos”, agrega el director de +Personas.
Pero, ¿qué lleva a estas situaciones?, ¿será que el mayor culto sobre las cosas materiales, vaya en detrimento de cuestiones menos materiales como el contrato verbal o el orden social? “En este nuevo orden social que describe el autor italiano Alessandro Baricco, en su ‘Ensayo sobre la mutación’, ¿estamos viviendo el triunfo de la superficie, lo efímero, la espectacularidad, y el éxito como única medida de valor?”, reflexiona el especialista.
Lo cierto es que en simultáneo con esta nueva realidad, “las personas sentimos la necesidad de recuperar la fuerza y el valor de la palabra, como medida clave para fortalecer nuestros vínculos”. “Así podremos recuperar la confianza y mejorar nuestras posibilidad de interdepender unos de otros”, añade Blunda.
El acontecer grupal
En la gestión de personas en las organizaciones se impone cada vez con mayor fuerza la comunicación interna. Pero surge más como un problema que como una habilidad instalada en los grupos de trabajo, indica Blunda. Las deficiencias comunicativas hacen que esta “toxina” atente contra el clima de trabajo, la interacción, la motivación, añade.
La innegable condición social del ser humano, afirma el experto, hace que como primera medida de análisis reconozcamos que necesitamos integrarnos y formar parte de grupos. “La vivencia de la soledad produce insatisfacción”, advierte. Además de esta necesidad social, y como segundo nivel de análisis, la palabra se erige como aspecto fundamental en las organizaciones. Aspectos clave como la coordinación de esfuerzos, la conformación de equipos de trabajo, la relación entre los sectores o la capacitación se hacen inviables sin una comunicación efectiva.
“Si observamos algo tan demandado en los proyectos laborales como el compromiso, detectamos que esta forma ideal de vinculación emocional con la organización, requiere que viva mi puesto como algo desafiante, que mi jefe y la empresa reconozcan mi esfuerzo, que mi preparación mejore día a día. Esto sin comunicación, es imposible, sin el canal que abre la palabra en todas sus expresiones: pensamientos, diálogos, gestos, escritura, etc.”, sostiene Blunda.
“Como expresa Tessi en su libro ‘Comunicación Interna en la práctica’, en las empresas no es posible gestionar los números (reflejados en ventas, en producción y en resultados económicos), sin una gestión de las palabras. En mi opinión, esto rompe la falsa dicotomía entre números y palabras; por el contrario, existen permanentes puntos de contacto entre uno y otra”, argumenta.
Nada pasa desapercibido
En lenguaje de la física, “el caos resulta de la ausencia de orden”. Todo sistema tiende al desorden, salvo que deliberadamente trabaje para ordenarse. Esta apreciación se materializa en ejemplos como la administración del tiempo, en el orden de espacios de trabajo como el escritorio o la oficina, y también en emergentes en los sistemas humanos. “Llevando este principio termodinámico, la comunicación interna en la organización tenderá a su deterioro, salvo que la empresa o institución la valoricen como importante, y trabajen en consecuencia para crear mayores condiciones de integración entre su gente y de alineación con los propósitos y las metas”, manifiesta Blunda.
Fuente: La Gaceta