Se observa un incremento de las estafas en distintos rubros, y a organizaciones desde las más chicas hasta las más importantes, con daños enormes

Cerrar la brecha del rendimiento humano no es una tarea fácil, pero es la mejor defensa contra los ataques cibernéticos. La llegada de la Covid-19 obligó a acelerar la digitalización en empresas y trabajar desde las casas, poniendo a los ciberdelincuentes más al acecho que nunca.
Las organizaciones continúan cubriendo las necesidades con lo que tienen a su alcance, cuando se vuelve cada vez más imprescindible capacitar a las personas ante las nuevas contingencias. La estrategia para reducirla se basa en concientizar, desarrollar la capacidad de respuesta y de aprendizaje.
La ansiada transformación digital, acelerada a pedido de la pandemia, abrumó la infraestructura de la ciberseguridad de muchas empresas y ocultó las amenazas emergentes, hasta que, agobiada por los sistemas heredados, las entidades se encontraron menos ágiles que los ciberdelincuentes y recibieron un ataque.
De hecho, durante el año observamos un incremento de las estafas en distintos rubros, y a organizaciones desde las más chicas hasta las más importantes, con daños enormes en términos monetarios para sus industrias e impactos de distintos tipos a terceros, como sus propios clientes.
La «nube» y los servicios de infraestructura y conectividad, indispensables en estos tiempos, no están siendo acompañados en todos los casos por la cobertura de vulnerabilidades o debilidades de control.
Esto está afectando a usuarios que abarcan personas, empresas o gobiernos, vulnerables más que nunca al robo de datos. Además es sintomático el crecimiento exponencial de la oferta de los mismos en la «dark web».
Respecto a la modalidad de trabajo suscitada por la pandemia, según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), 3.300 millones de empleados fueron afectados porque están haciendo teletrabajo, entre otras causas.
En los Estados Unidos, el Massachussetts Institute of Technology (MIT) reveló que el 50% de la fuerza laboral aplicó la modalidad del trabajo a distancia. El 15% de la fuerza laboral ya había tenido la experiencia, mientras que un 35% son nuevos «teletrabajadores».
En la Argentina, la aparición de la Covid-19 también generó un impacto en ese sentido, si bien se estima que no más de un 30% de los empleos se podrían realizar desde el hogar según el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento  (CIPPEC).

Defensa humana ante ciberataques

En este contexto de creciente e inevitable avance del teletrabajo, se deben poner esfuerzos en cerrar la brecha del rendimiento humano como la mejor defensa contra los ataques cibernéticos.
El «top management» debe comprometerse en estas cuestiones críticas a través de actividades de sensibilización que permitan comprender la asociación entre los riesgos digitales más domésticos o familiares (phishing, grooming, fake news, etc.) y las tendencias de la «ciberpandemia» por la que se está atravesando.
Por ello concientizar y capacitar resulta indispensable para toda la organización, empezando por los comportamientos individuales. El marco de la pandemia potenció la necesidad de trabajar en la seguridad informática empezando por los hogares.
En este sentido, existen programas de entrenamiento y coaching, soluciones de e-learning a medida y programas de capacitación orientados al talento digital. Lo que se busca con ellos es desarrollar un estado de hipervigilancia para la alerta temprana de riesgos, trabajar en la capacidad de respuesta -para identificar los problemas y actuar rápidamente para mitigar los incidentes-, y en la capacidad de aprendizaje para aprender de cada evento y difundir rápidamente los conocimientos.
De cara al futuro, las empresas y organizaciones deberán poner a las personas primero. La Global Workplace Analytics (GWA) aseguró, según sus estudios, que entre el 25 y el 30% de los empleados trabajará varios días por semana desde su casa, para fines de 2021. La tecnología siempre se trata de hacer más con menos, pero esa combinación es efectiva sólo si se combina la tecnología con las habilidades humanas correctas.
Las habilidades tecnológicas clave son las habilidades blandas en lugar de las habilidades duras. La mejor manera de hacer que una organización esté más centrada en lo digital es invertir selectivamente en aquellos que son más adaptables, curiosos y flexibles en primer lugar.
No se pueden esperar grandes cambios a menos que se empiece por seleccionar y desarrollar a los principales líderes en ese sentido. Como nadie sabe cuáles serán las habilidades clave para el futuro, la mejor acción es apostar por las personas que tienen más probabilidades de desarrollarlas. La competencia técnica es temporal, pero la curiosidad intelectual debe ser permanente.
Autor: Javier Queimaliños
Fuente: iprofesional.com